
Barcelona, 29 de mayo de 2020.- Entre el 28 y el 31 de mayo, la Sociedad Americana de Oncología Clínica (ASCO por sus siglas en inglés) ha celebrado una nueva edición de su congreso anual. En esta ocasión, y debido a la situación de pandemia de la COVID-19, el evento ha sido virtual. Esto no ha impedido que investigadores de todo el mundo hayan presentado sus últimos avances en el tratamiento del cáncer.
El Vall d’Hebron Instituto de Oncología (VHIO) no ha sido una excepción. Muchos de sus investigadores han participado de forma muy activa en este congreso, como autores de diferentes estudios y ensayos que muestran el camino a seguir en el tratamiento del cáncer a corto y medio plazo. La inmunoterapia se está consolidando como una de las principales alternativas, pero también se han visto trabajos que profundizan en el tratamiento personalizado del cáncer, atendiendo a sus características moleculares.
Potenciar la respuesta del sistema inmune
¿Es posible mejorar la respuesta de la inmunoterapia en el tratamiento del cáncer? Diferentes estudios se están centrando en buscar dar respuesta a este interrogante y una de las respuestas parece que puede estar en el uso de terapias combinadas. Para eso se desarrolló, por ejemplo, el estudio de fase II TACTI-002, que evaluaba la respuesta de pacientes de cáncer de pulmón de células no pequeñas y de cabeza y cuello escamosos metastásicos a una terapia conjunta de pembrolizumab con eftilagimod alfa. Sus resultados iniciales se han presentado en ASCO y su primera autora es la Dra. Enriqueta Felip.
La inmunoterapia es uno de los abordajes que están ofreciendo en los últimos años resultados más esperanzadores en el tratamiento del cáncer y consiste principalmente en conseguir que nuestro sistema inmunitario sea quien ataque a las células cancerosas. Una parte importante del sistema inmunitario es su capacidad de evitar el ataque a las células normales en el cuerpo. “Para hacer esto, utiliza lo que se llama ‘puestos de control’ o checkpoints, que son proteínas en las células inmunitarias que necesitan ser activadas o desactivadas para iniciar una respuesta inmunitaria. En ocasiones, las células cancerosas usan estos checkpoints para evitar ser atacadas por el sistema inmunitario”, explica la Dra. Felip.
Por eso, una de las estrategias seguidas por la inmunoterapia es dirigirse a estos checkpoints para inhibirlos y lograr de esta forma atacar las células tumorales. Uno de los primeros fármacos creados empleando este abordaje fue pembrolizumab, un anticuerpo monoclonal IgG4 humanizado sumamente selectivo dirigido contra el receptor de PD-1 en la superficie de la célula. Este fármaco bloquea el receptor de PD-1, evitando la unión y activación de PD-L1 y PD-L2. Este mecanismo provoca la activación de respuestas inmunitarias mediadas por las células-T contra las células tumorales.
“Pensamos que la respuesta antitumoral que se observaba con pembrolizumab podía ser más fuerte si en el tratamiento se incorporaba otro inhibidor de checkpoint diferente, la proteína eftilagimod alfa, que está relacionada con la activación de las células T CD8”, continúa explicando la Dra. Felip. Para comprobarlo se reclutó a 48 pacientes que se dividieron en tres grupos independientes de la expresión de PD-L1. “Lo que se pudo observar es que la combinación de efitlagimb alfa y pembrolizumab no solo era segura, sino que además demostraba una actividad antitumoral prometedora en primera línea para el cáncer de pulmón de células pequeñas y como tratamiento de segunda línea en el cáncer de cabeza y cuello escamoso”, finaliza la Dra. Felip.
Personalización en el tratamiento de melanoma avanzado
Los tumores cutáneos, y en concreto el melanoma, son lesiones muy heterogéneas y cada vez se conoce más acerca de sus características moleculares, como parte de la información que los acaba definiendo, más incluso que el tejido original en el que se desarrolla. Entender las implicaciones de estas características ayuda en la elección del tratamiento más adecuado para los pacientes afectos de melanoma. Por ello actualmente existen muchos tratamientos con dianas diferentes, pero existe la gran necesidad de saber de una manera mas concreta qué tratamiento es el más indicado para cada paciente.
En este sentido se enmarca el ensayo clínico fase II LOGIC2, en el que se evaluó el beneficio de un tercer agente agregado al tratamiento combinado de encorafenib, un inhibidor del gen BRAF que evita la multiplicación de las células cancerosas y provoca su destrucción, y biniteminib, que bloquea las proteínas MEK1 y MEK2, en pacientes con melanoma mutado BRAF V600 avanzado. En este ensayo participó la Dra. Eva Muñoz, médica oncóloga y responsable de la Unidad de Tumores Cutáneos del Hospital Vall d’Hebron y del VHIO.
“La idea del estudio se centraba en estudiar la evolución genética del tumor una vez que este había progresado. De esta forma se seleccionaba entre cuatro inhibidores diferentes con dianas específicas distintas, para comprobar si añadiendo este tercer fármaco a la combinación anterior de encorafenib y biniteminib se lograban resultados que avalasen esta estrategia”, explica la Dra. Eva Muñoz.
En este ensayo se incluyeron 58 pacientes de melanoma con mutación BRAF V600 a los que se administraba en una primera fase la combinación de encorafenib y binimitenib, que es uno de los tratamientos estándar en este tipo de pacientes. Una vez que la enfermedad progresaba, y tras un análisis basado en la evolución genética entre la biopsia en el momento de la inclusión del estudio y otra en el momento de la progresión, se dividía a los pacientes en cuatro subgrupos. Cada uno de los diferentes grupos recibía como tratamiento un nuevo fármaco que se sumaba a la combinación anterior de encorafenib y binimitenib. Así, unos pacientes recibieron un fármaco que inhibía CDK4/6, otros un inhibidor del gen PI3K, otros inhibidores de c-Met, y por último un último grupo inhibidores FGFR. “Aunque la actividad observada fue baja, los resultados del estudio demostraron que la triple terapia es factible. De todas formas, son necesarios más estudios para identificar patrones de resistencia susceptibles a la adición de este tercer agente”, añade la Dra. Muñoz.
Prevención del burnout en jóvenes oncólogos
El desarrollo de nuevos tratamientos y terapias ocupa buena parte del congreso de ASCO, pero también hay tiempo para aspectos que no están tan relacionados directamente con el tratamiento de la enfermedad, aunque sí pueden relacionarse de forma indirecta con los resultados obtenidos. La Dra. Elena Élez fue la primera autora de un estudio realizado por la sección +MIR de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) focalizado en residentes y adjuntos jóvenes de oncología médica para identificar el burnout, cuyos resultados fueron presentados durante esta edición de ASCO.
El exceso de carga asistencial, la inseguridad frente a nuevas situaciones o la falta de tiempo para organizar las tareas son algunas de las causas que pueden acabar motivando la aparición de burnout laboral, también denominado síndrome del quemado o agotamiento profesional. Se trata este de un tema de gran trascendencia para los sistemas de salud que puede llegar a tener consecuencias potencialmente relevantes en la calidad de la atención al paciente.
La oncología es una de las especialidades médicas en las que más fácilmente puede llegar a producirse este síndrome. Los pacientes que tratan los oncólogos sufren mucho y tienen síntomas muy cambiantes. A esto se ha de sumar que algunas veces las decisiones tomadas en los tratamientos no dan los resultados esperados, lo que motiva acumulación de frustración. “Entre los oncólogos, los más jóvenes son una población especialmente vulnerable debido a la alta carga de trabajo, la presión académica y otros factores específicos relacionados con la atención del cáncer. Por eso la Sociedad Española de Oncología Médica consideró que sería interesante hacer un estudio que ayude a identificar la situación en la que estos residentes y jóvenes oncólogos se encuentran”, explica la Dra. Élez.
Para llevar a cabo este análisis se realizaron encuestas entre residentes de oncología y entre adjuntos jóvenes que habían acabado su residencia no hace más de cinco años. En total se obtuvieron 243 respuestas, a través de las cuales fue posible estudiar el agotamiento profesional entre esta población. “Así pudimos ver que entre los residentes de oncología este burnout era mayor que entre los oncólogos jóvenes, con algo más de un 28% frente a algo menos de un 20% de afectados. Entre los residentes, los más afectados eran los de segundo año, superando el 35%”, explica la Dra. Élez, quien apunta también que estos datos ayudarán a desarrollar un programa de prevención del burnout, señalando además cómo las intervenciones precoces en este sentido tienen una especial trascendencia.
“Una cosa muy interesante también es que este índice de burnout va cambiando. En los residentes mayores es donde se produce en menor medida. Sin embargo, entre los adjuntos es al revés. Son los adjuntos de primer y segundo año los que tienen menor burnout, y son los de cuarto y quinto año los que tienen más”, comenta la Dra. Elez, apuntando que se necesitarían estrategias diferentes para los dos grupos.
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La Dra. Enriqueta Felip es la investigadora principal del Grupo de Tumores Torácicos y Cáncer de Cabeza y Cuello del VHIO.
La Dra. Eva Muñoz es médica oncóloga y responsable de la Unidad de Tumores Cutáneos del Hospital Vall d’Hebron y del VHIO.
La Dra. Elena Élez es investigadora en el Grupo de Tumores Gastrointestinales y Endocrinos del VHIO y tutora de residentes de oncología médica, miembro de la Comisión de Docencia del Hospital Vall d’Hebron y coordinadora de la sección +MIR SEOM.